Sin embargo este proceso no ha sido uniforme. Otra capa de líderes de la "nueva izquierda" han llegado al poder en países como Brasil, Uruguay y Chile. La elección de Lula (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay) y recientemente Michelle Bachelet (Chile) reflejó la misma conciencia antineoliberal que ha recorrido el continente. El Coronel Lucio Gutiérrez en Ecuador emergió como una figura tipo Chavez con una agenda anti neoliberal pero inmediatamente capituló ante el FMI y el Imperialismo, anunciando medidas anti neoliberales. Luego, fue derrocado por un movimiento de masas de trabajadores, pueblos indígenas y campesinos en el 2005, convirtiéndose en el tercer presidente en ser derrocado por un levantamiento popular en
Las excepciones en esta fase son Colombia y Perú. En Colombia, Álvaro Uribe fue reelegido con un trasfondo de violencia de masas, conflictos ocasionados por los carteles de la droga, los paramilitares de derecha y la campaña guerrillera de las FARC y el ELN. EN Perú, la alternativa y la inconformidad del nacionalista, Ollanta Humala, no fue suficientemente atractiva para impedir que Alan García, del partido populista más antiguo de América Latina; APRA (que ha girado hoy a la derecha), regresara al gobierno. García fue obligado a dejar el poder en los años ochenta después de encabezar un gobierno que elevó los precios a 1.000.000%.
En general, los viejos políticos y sus partidos han sido barridos del gobierno. La "nueva izquierda", (como el Nuevo Laborismo, en Inglaterra) encabezado por el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, el Partido Socialista en Chile y el Frente Amplio en Uruguay, han llegado a levantar expectativas de cambio.
Sin embargo, han defraudado rápidamente las esperanzas de los trabajadores y la juventud en estos países. Estos gobiernos han capitulado a las exigencias del imperialismo y sus propias clases dominantes; continuando con las mismas políticas neoliberales de sus antecesores.
Este proceso comenzó en Brasil con la elección de Lula que, incluso antes de ser elegido había convencido al FMI, al imperialismo y otras instituciones capitalistas que su política permanecería igual a la defendida por el anterior presidente Fernando Enrique Cardoso. Ningún avance ha sido logrado para terminar con las feroces desigualdades que existen en la sociedad Brasileña. Mientras el 10% más rico de la población recibe el 47% del ingreso nacional, el 10% mas pobre sólo consume un escuálido 0,5%.
La permanencia de un frágil y efímero crecimiento en la economía, debido a la situación de la economía mundial, el temor al retorno de los partidos capitalistas tradicionales, la división entre los políticos capitalistas y la falta de una poderosa alternativa le ha permitido a Lula mantener temporalmente una base de apoyo entre los trabajadores más viejos. Su probable victoria para un segundo periodo no será simplemente una repetición de su primer mandato. Es probable que el retroceso económico, incluso antes de una recensión mundial, abra las puertas a poderosas luchas de los trabajadores, los campesinos, la juventud y los pobres urbanos tras la elección. El productor de automóviles, Volkswagen, anunció su intención de reducir su mano de obra de
La reconstrucción de una alternativa que luche, también esta comenzando en los sindicatos con pasos que apuntan y preparan la formación de una nueva central sindical. Cientos de sindicatos locales ya han pedido la desafiliación de la CUT o han detenido el pago de sus cuotas de afiliación.
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